Tango se enamoró de una pequeña avecilla que bailaba al ritmo del viento sobre un rojo techo, muy lejos de donde vivía. Salió al encuentro y para su sorpresa no era más que el resto de una cruz, de esas que se colocan en la celebración del huasipichai. Que gran decepción la que se llevó.
En su afán de dar con quien realiza según Tango, esa mala broma, llega hasta donde el herrero, quien le explica de su trabajo y le cuenta que esa avecilla en realidad si existe, fue su mascota y un día dejo en libertad.
Desde entonces, Tango no ha parado de buscarla. En su recorrido conoce muchos amigos y todos le dicen de la imposibilidad de que un felino se enamore de una ave. Hace caso omiso y continua su recorrido.
“La utopía está en el horizonte. Yo sé muy bien que nunca la alcanzaré.
Que si yo camino diez pasos, ella se alejará diez pasos.
Sé que nunca la alcanzaré porque cuando yo me acerco, ella se aleja.
Pues la utopía sirve para eso, La utopía sirve para caminar “
Eduardo Galeano
Que si yo camino diez pasos, ella se alejará diez pasos.
Sé que nunca la alcanzaré porque cuando yo me acerco, ella se aleja.
Pues la utopía sirve para eso, La utopía sirve para caminar “
Eduardo Galeano