El tejido del
sombrero ya es Patrimonio de la Humanidad
Por ser la fabricación del sombrero
de paja toquilla un conocimiento artesanal transmitido de generación en
generación en varias comunidades de nuestro país y por tratarse de una
actividad que otorga a los pueblos una identidad, ayer la Unesco declaró al
tejido del sombrero de paja toquilla como Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad. Según Santiago Ordóñez, director del Instituto Nacional de Patrimonio
del Austro, la declaratoria permitirá a nivel mundial que el Estado
ecuatoriano, las instituciones y, sobre todo, las asociaciones de tejedoras
mejoren las condiciones laborales, de comercialización y de calidad del
sombrero. Toda la zona del Austro se ha caracterizado por tener manos hábiles
que se dedican a esta actividad como un complemento a sus otras labores.
“Nosotros vamos tejiendo mientras vamos a ver a los animales al cerro, mientras
conversamos y todos los ratos que podamos”, dijo Luisa Quinde, quien aprendió a
tejer desde los ocho años. Una de las preocupaciones de las tejedoras de la
Asociación María Auxiliadora del cantón azuayo SigSig, que cuenta con 165
socias, es que ya no existe el interés en los jóvenes por aprender el tejido. “Las
personas que tejemos ahora somos de la tercera edad”, dijo María Cusco,
presidenta de la Asociación. Según Cusco, con el paso de los años se ha perdido
la costumbre de tejer el “sombrero fino”, que era elaborado por las mujeres más
antiguas en esta labor. Actualmente solo 30 mujeres de la Asociación tejen este
sombrero, caracterizado por su tejido delgado. “Ahora las mujeres más jóvenes
solo saben tejer el sombrero común de grado dos”, manifestó. Humberto Cordero,
gobernador del Azuay, se sintió preocupado por esta situación, ante lo que
manifestó que se buscarán medidas para que el tejido del sombrero de paja
toquilla se mantenga. “Tenemos que recuperar y comprometernos a apoyar todas
las iniciativas, para colocar el sombrero en el lugar que se merece y que las
personas sientan que tejer el sombrero les permitirá tener una vida decente”,
dijo. La Asociación María Auxiliadora, que se agrupó en 1990, produce alrededor
de 500 sombreros al mes. Los precios de estos varían, dependiendo del grado o
(llamada también) calidad. Los sombreros de grado dos y cuatro oscilan entre
los 11 y 15 dólares. Por el momento es la única Asociación de este cantón que
exporta sus productos a países como Inglaterra, España y Estados Unidos. Las
tejedoras también pidieron que se les otorgue un permiso para ser ellas mismas
la vendedoras directas de sus productos. “Una compañera se fue a Chile y se dio
cuenta de que nuestros sombreros se venden bien y a mí me da pena que por un
sombrerito nosotros tengamos que pagarles $ 6 a las tejedoras”, dijo Cusco.
Rosa Segovia perteneciente a la asociación Artesanías Sigseñas, que se conformó
hace un año, manifestó en cambio que es poca la paga por cada sombrero. “Es un
trabajo poco valorado. Incluso nosotras sufrimos de dolores de espaldas por las
horas que pasamos tejiendo, y en otros lugares los sombreros se compran bien”,
dijo. Con la declaratoria, las tejedoras esperan que sus productos sean más
valorados, puedan abrir mercados tanto a escala nacional como internacional y
los jóvenes de la provincia vean el tejido como una actividad artesanal
rentable, que permita conservar y mantener esta costumbre. Por su parte Juan
Fernando Paredes, miembro del Museo del Sombrero, indicó que la declaratoria es
una defensa a las imitaciones de otros países y es el comienzo para mejorar las
condiciones de los toquilleros del país y de los cultivadores de la paja.
“Comenzamos con esta declaratoria, con el rescate de este arte”, dijo Paredes.
Proceso de declaración Según Santiago Ordóñez, director del Instituto Nacional
de Patrimonio del Austro, en marzo del 2011 se presentó a la Unesco el
expediente de la candidatura del tejido del sombrero de paja toquilla. El
documento estuvo elaborado por los representantes del INPC de Azuay, Cañar y
Manabí, con el apoyo del Ministerio Coordinador de Patrimonio y el Ministerio
de Turismo. Luego de un proceso de dos años se obtuvo la nueva declaratoria
para el país. Por el momento no se cuenta con estadísticas que permitan
conocer cuántas personas se dedican al tejido de sombreros, por lo que el
primer paso del plan de salvaguardia, después de esta declaratoria, según María
Belén Moncayo, ministra Coordinadora de Patrimonio, es realizar el primer censo
artesanal para conocer estos datos y mejorar las condiciones de las y los
toquilleros de la provincia del Azuay. El origen del sombreo de paja toquilla
se ubica en la provincia de Manabí, consolidándose la actividad
toquillera en el país en el siglo XVIII. En Cuenca se estima que
fue en 1845 cuando Bartolomé Serrano trajo desde la costa a algunos tejedores
de Montecristi para que les enseñen a tejer a los reclusos de las prisiones de
Cuenca y Azogues. Desde entonces se propagó esta actividad al punto de que el
Municipio crea la Escuela de Tejer Sombreros, instalada en el antiguo barrio
del Chorro, donde se enseñó a los detenidos la técnica y acabados. Según
datos cronológicos, en esta época ya se daban ventas al extranjero de estos
sombreros. Los de Cuenca eran trasladados en grandes cantidades a lomo de mula
por el Cajas hasta Guayaquil. En 1980 aparecen los primeros exportadores de la
ciudad.