Cálida expresión quichua que significa “ bienvenida a casa nueva”. Es un vocablo no usado todavía por miles de familias ecuatorianas que carecen de tan preciado bien. Temática de hondo contenido humano que ha sido reiteradamente expuesta a nivel de oficinas gubernamentales de planificación, gremios, entidades académicas y analistas de la realidad. Se la coloca en palestra también durante campañas electorales, en las que casi todos los candidatos y candidatas citan con aires de preocupación- genuinos o no-, este drama colectivo.
Ante la magnitud del problema, un conjunto de actores decidió desde décadas atrás, actuar de manera proactiva para contribuir a la reducción del llamado “déficit” habitacional . Se incluyen entre ellos, instancias gubernamentales como el Ministerio de la Vivienda, municipalidades, entes financieros públicos y privados, ONGs, empresarios particulares y por supuesto las familias interesadas en tener un techo propio. Se percibe en el ambiente un marcado afán mercadológico por atender la demanda actual y potencial de viviendas unifamiliares y condominios en altura, lo que ha propiciado un “boom” constatable a ojos vista en muchos lugares del país. En el caso de Cuenca, estadísticas oficiales permiten estimar en más de 2.000, los permisos de construcción tramitados durante 2012. Ello refuerza el auge inmobiliario registrado en la región, con los consiguientes efectos multiplicadores en términos de empleo de talento humano y demanda sostenida de bienes y servicios de la más diversa índole.
El apoyo financiero que sustenta la dinámica inmobiliaria nacional y local está basado, a más de los esforzados ahorros de familias interesadas , en remesas de migrantes y los créditos del BIESS, banca privada, mutualistas y cooperativas de ahorro. Es de suponer que los criterios y metodologías de aprobación de préstamos hipotecarios se fundamentan en juicios objetivos y prudentes respecto a la capacidad de pago de los deudores; sólo así se podrán evitar “burbujas” al estilo español, responsables en gran parte del tambaleo en el andamiaje social.
La calidad de las obras por su parte, es un atributo inherente a esta actividad. En efecto, son bien conocidos la seriedad, experiencia y buen gusto de profesionales, técnicos y obreros que dan a luz productos inmobiliarios bellos y funcionales, independientemente de la escala y estrato de consumo al que van dirigidos. Es de esperar que siga viento en popa el crecimiento del sector, con enfoque preferente hacia los estratos medios y medio-bajos. Se cuenta para ello con un entorno técnico, financiero y comunitario favorable y sobre todo, con el empuje de quienes fervorosamente anhelan llegue el momento de celebrar su propia huasipichai.
Tomado de:
http://www.eltiempo.com.ec/noticias/columnistas/1/390141/huasipichai